Sobrecapacidad de las terminales de contenedores, mito o realidad…

En las últimas décadas, las terminales de contenedores han sido construidas para prestar servicio en una industria de rápido crecimiento con múltiples clientes, a partir de unas dinámicas bien conocidas. Los terminalistas se hallaban en una posición de control, ya que contaban con una gran capacidad y una localización que resultaba esencial para las navieras.

Los clientes no eran entonces tan demandantes como ahora, por lo que podían centrarse más en la capacidad disponible que en la propia actividad y el servicio. Sin embargo, en los últimos cinco años más o menos, el negocio del transporte de contenedores ha experimentado cambios drásticos, según recoge la última publicación de Kalmar.

Los nuevos buques son mucho más grandes de lo que razonablemente podría pensarse una década atrás. Al mismo tiempo, las alianzas y fusiones están llevando a una consolidación de las líneas marítimas en pocos, pero destacados actores.

Todo esto tiene su extensión en las terminales de contenedores, que están obligadas a afrontar los desafíos a nivel de ingeniería y operaciones que les son impuestos, desde lo referente al tamaño de los buques hasta el alcance de las grúas o la capacidad de apilado de contenedores.

Para mantener su competitividad, las navieras siguen construyendo embarcaciones cada vez más grandes, lo que está afectando negativamente a las terminales de menores dimensiones. El resultado de ello es que los buques de menor tamaño son desplazados a estas instalaciones, que están reemplazando los que solían operar por otros más grandes.

Este efecto cascada supone que las terminales de todo el mundo cuentan ahora con un menor número de clientes, pero mueven un mayor número de contenedores por buque. En los viejos tiempos, una terminal podría gestionar unos 200.000 TEUs anuales para una sola naviera. Si de repente esta demanda aumenta hasta los 1.000.000 TEUs debido a las alianzas y a los megabuques, puede ser bueno para la instalación, pero solamente si es capaz de gestionarlo, y generalmente hay más probabilidades de que no pueda.

Una terminal de contenedores no es una línea de producción, sino un almacén. Si las necesidades varían tanto cada año, no se puede reforzar la capacidad como en una factoría física, con nuevas líneas de ensamblaje o más personal, por lo que las instalaciones ya no pueden seguir atendiendo a sus clientes de la misma manera ni servir de enlace entre los diferentes modos de transporte.

Por ello, es preciso recordar que la supuesta sobrecapacidad de las terminales de contenedores es un mito, basado en un cálculo de la cantidad de contenedores que pueden gestionar y un modelo simplista de su funcionamiento. No importa si existen 10 con una capacidad de 200.000 TEUs prácticamente vacías esperando clientes si ninguna de ellas puede ofrecer una capacidad de 1.000.000 TEUs y el nivel de servicio que los mega-portacontenedores y las nuevas alianzas requieren.

Por supuesto, los gestores de las terminales son muy conscientes de ello y están tratando de transformar sus operaciones para poder acoger estos volúmenes. Actualmente, se están llevando a cabo innumerables iniciativas en las terminales de todo el mundo, centradas en la automatización y el aumento del número de grúas para la descarga desde los buques a los muelles.

Hasta cierto punto, las terminales están tratando de imitar el modelo de negocio de las navieras, estableciendo sus propias alianzas y redes portuarias. Al menos en un futuro cercano, el negocio del transporte de contenedores parece estar desarrollándose en una industria cada vez más consolidada en la que un menor número de actores necesitará mover grandes volúmenes procedentes de buques cada vez más grandes.

Por tanto, la capacidad extra de las terminales no tiene prácticamente utilidad a menos que sea aprovechable y que los terminalistas sean conscientes del estado actual de la industria y actualicen su oferta de acuerdo a ello.

Una terminal no debe mover un contenedor del punto A al B lo más rápido posible, sino que su valor vendrá determinado por su capacidad para llevar al contenedor al punto B justo en el momento necesario. Incluso si cuenta con grúas que pueden descargar 18.000 contenedores de un único buque a máxima velocidad, necesitará organizar el almacenamiento para ajustarse a lo que que requiera la cadena de suministro global.

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