Gustavo Castagnino de Genneia y la medición de la huella de carbono

Cuando se habla de huella de carbono, se asocia en que sólo las producen las empresas o los gobiernos y que no es la responsabilidad del común de las personas, pensar así es un error. Es cierto que las empresas, cuando más grandes son, más CO2 generan, pero se debe entender que todos mantenemos nuestra propia huella de carbono.

Es importante además saber qué están haciendo las organizaciones en temas medioambientales, qué estrategias están adoptando a nivel mundial para contribuir a frenar el cambio climático y llegar a la denominada carbono neutralidad.

Gustavo Castagnino, Director de Comunicaciones de Genneia, durante el webinar «Huella de carbono, compensación y mitigación», organizado por Patagonia Eco Film Fest, comentó los desafíos que se presentan en el corto plazo respecto a energías limpias y renovables.

¿Qué entendemos cuando hablamos de Huella de Carbono?

En términos simples, aunque no lo es, huella de Carbono es lo que dejamos en cuanto a gases de efecto invernadero (GEI), en las actividades rutinarias, sea de forma directa o indirecta. La gran preocupación que tenemos es la huella que genera todo el planeta, porque es a un nivel muy alto y muy fuerte.

¿Cuál es el primer paso para llegar a medir las huella de carbono?

A todo nivel, sea particular o en grandes empresas, lo primero que se debe entender es que cada cosa que se haga para reducir el consumo de energía ayuda, incluso si esto va contra los objetivos productivos de la empresa. Básicamente es hacer un uso eficiente de los recursos energéticos para que se generen paulatinamente menos gases de efecto invernadero al medioambiente, menos carbono y, por ende, menos contaminación.

¿Los países están asumiendo este compromiso?

Sí, lo están haciendo. Es más, muchos de ellos están adoptando estrategias de peatonización, de electromovilidad y micromovilidad, están impulsando a que se use más el transporte público que el privado. Sin embargo, para la industria automotriz, por ejemplo, esto se ha transformado en un gran desafío ya que debió analizar qué hacer para cambiar sin quedar fuera del mercado. Buenos Aires, en Argentina, es un caso práctico porque hace unos años se construyeron ciclovías que estaban vacías, pero actualmente se ve con mucho uso, no al nivel de Ámsterdam, pero se avanzó muchísimo tal como ocurre en otros países latinoamericanos.

¿De qué forma contribuyen a mitigar estos efectos de gases con efecto invernadero las energías verdes?

Toda actividad industrial o de servicios tiene una huella de carbono, parto de esa base, es muy difícil encontrar una organización que no lo haga. Obviamente que las energías renovables tienen una huella mínima y que tiene que ver con todo el proceso de producción y la construcción de los parques. En  generación de energía, sea eólica o solar, Argentina está entre un 8 o 10% del total producido como limpia o renovable. Esto depende de las matrices de producción puesto que es intermitente. Aunque sea una obviedad, sin viento no hay energía eólica y de noche no hay energía solar, pero al generarla, es la primera que entra al sistema.

¿En Argentina hay patrones de conducta que estén orientados a la generación de energía renovable?

Si existen. Obviamente que es mucho más fácil adoptarlo en empresas, porque aún no está tan desarrollado en el país esta cultura de generar renovables en hogares, pero va creciendo año a año. Esta aumentando con la instalación de paneles solares y ahora también con la «energía distribuida», que es algo muy común en Europa y Estados Unidos, y es consumir su propia energía y el remanente entregarlo a un sistema integrado común. Con eso se bajan los niveles de contaminantes y contribuye a bajar las tarifas de consumo.

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