Congestión en Shanghai amenaza con un nuevo caos en la logística global

Registros internacionales estiman que a mediados de este mes de abril más de quinientos portacontenedores aguardaban en aguas próximas al puerto de Shanghai para atracar. La cifra supone que más de un cuarto de todos los barcos mercantes que esperan espacio en muelle en todo planeta están atrapados en la boca de la dársena asiática.

Y todo ello, pese a que los tráficos de contenedores del puerto de Shanghai se encontrarían un 23% por debajo de los volúmenes registrados a mediados de marzo. Las estrictas medidas de control de la pandemia establecidas por el gobierno chino en esta área metropolitana están provocando grandes problemas desde hace semanas en una de las principales zonas industriales del país.

De igual manera, el tráfico de mercancías tanto aéreo, como marítimo y por carretera en esta región también se está viendo dramáticamente afectado, con efectos que se están extendiendo paulatinamente a las cadenas de suministro globales que tienen en China, en general, y en Shanghai, en particular, uno de sus principales nodos a escala planetaria.

En concreto, se estima que un 40% de los vuelos de carga con salida desde Shanghai han sido cancelados durante este último cierre sanitario. Sin embargo, tras el primer impacto del cierre, parece que la actividad industrial en el área de Shanghai va recuperando el tono progresivamente.

Es por esto que el sector logístico internacional tiene la vista puesta en que las consecuencias de este parón vayan diluyéndose a medida que se absorben los volúmenes que hasta ahora permanecían congestionados, siempre que se consiga aminorar lo máximo posible el temido efecto látigo.

Así mismo, también se están recuperando conexiones por carretera que facilitan las conexiones del enclave con el interior del país y permiten ganar tracción a las industrias de la zona a medida que se normaliza tanto el abastecimiento, como la salida de mercancía.

Al mismo tiempo, los fletes marítimos parecen haberse relajado, así como la congestión que viven los puertos de la costa oeste norteamericana, aunque también se estima que podría volver a recrudecerse a medida que se recuperan los tráficos desde Shanghai.

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